domingo, 22 de agosto de 2010

Filosofía. Reforma 15 de agosto de 2010. CATON

El suceso que ahora voy a narrar es uno de los más estrujantes en la historia de la Humanidad. A primera vista trata sobre sexo, pero si mis cuatro lectores consideran bien el caso descubrirán que a segunda vista también trata de sexo. Hay en este relato, sin embargo, un valioso elemento filosófico. Yo quise siempre ser filósofo, pero por más que lo intentaba la vida irrumpía siempre, y me estorbaba el serlo. La razón por la que quise dedicarme a la filosofía es que los filósofos son los únicos hombres que han encontrado una coartada perfecta para no hacer nada. Quieren saber lo que es el mundo, a pesar de que el mundo no quiere saber lo que son los filósofos. El mejor fruto de la filosofía, entonces, es enseñarnos a aceptar con resignación el hecho de que la filosofía no sirve para nada. Pero me estoy apartando del relato. Vuelvo a él. Nos encontramos en Atenas, el año 440 antes de nuestra era. Sócrates, el gran filósofo, maestro de Platón y Jenofonte, va por el ágora camino de su casa. La noche está cercana, y Sócrates, a pesar de su condición de filósofo, tiene hambre, y quiere ya cenar. Un hombre lo detiene y le pregunta: "¿Sabes lo que Alcibíades anda diciendo de ti?" ''No –responde Sócrates-. Yo sólo sé que no he cenado"."Te lo diré entonces -ofrece el otro- Alcibíades anda diciendo que: "Un momento -lo interrumpe el maestro- Antes de que me lo digas, tus palabras deberán pasar la prueba que he llamado "El Triple Examen". "¿Triple Examen?" -se desconcierta el individuo."Sí –reitera Sócrates-. Son tres preguntas acerca de lo que vas a decirme. Sólo si la respuesta a esas tres cuestiones es afirmativa podrás continuar, y repetirme lo que Alcibíades anda diciendo sobre mí". ''Está bien -acepta de mala gana el otro-. ¿Cuál es la primera pregunta?" Inquiere el filósofo: "Lo que vas a decirme ¿es verdad?" El tipo vacila: "Er... No lo sé. Alcibíades lo dice, pero no me consta que sea la verdad". "Muy bien –replica Sócrates-. Con eso sólo bastaría para dejar ya de escucharte. Te haré, sin embargo, la segunda pregunta. Lo que vas a decirme ¿es bueno?" El otro se apena. Responde con vacilante voz: ''No, no es bueno. Por el contrario, es extremadamente malo". "He ahí otra razón para no oírte -dice Sócrates-. Aprende lo que dirá después otro filósofo: "Si al hablar no has de agradar, es mejor callar", Masculla el individuo: "¿Cuál es la tercera pregunta?" "Es de orden práctico -responde el pensador-. Lo que vas a decirme ¿es útil?" ''No lo creo -declara el otro-. Más bien pienso que podría ser causa de problemas". "Entonces -concluye Sócrates-, respondidas en modo negativo las tres preguntas que hice, no hablemos más. Has aprendido que aquello que pretendías decirme no es verdadero ni bueno, y que además carece de toda utilidad. Ergo -o sea por lo tanto-, no tiene caso ya que me lo digas, y ningún caso tiene tampoco que yo te oiga. Sigamos, pues, nuestro camino. Ve tú a donde te dirigías antes de encontrarme, y yo iré a mi casa a cenar, como era mi propósito antes de que me detuvieras". Así diciendo Sócrates se despidió del hombre con una leve inclinación de cabeza, y continuó su paso...Termina aquí el relato. Esto que acabo de contar explica por qué a Sócrates (470-399 a de C.) se le considera uno de los más grandes pensadores que en este mundo ha habido; una de las más claras mentes en el campo de la filosofía universal, y uno de los hombres que más se han acercado al perfecto ideal de la naturaleza humana. También lo que acabo de contar explica por qué Sócrates nunca se enteró de que Xantipa, su mujer, le estaba poniendo el cuerno con su discípulo Platón... FIN.

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